Todos sean bienvenidos

Bienvenidos a este nuevo espacio. Aquí podremos comunicarnos, informarnos, actualizarnos y mucho más...

Pero sobre todo estaremos acompañados.

Unite a este espacio. Podés dejar tus dudas, tus conocimientos, ayudar a transmitir lo mejor para el beneficio de todos.

Con la plena seguridad que día a día este lugar irá creciendo y ayudará a muchos, donde quiera que se encuentren, Gracias por visitarnos.


28 de abril de 2008

Su atención, por favor...

Reflexionemos…
Hoy me gustaría invitarlos a pensar unos instantes en qué es eso que se llama “ser único e irrepetible y etc.etc.etc…” que tomas muchos discursos como una bandera para atraer la atención.
En lo personal, creo que llegar a ser “uno mismo” es un largo camino que hay que recorrer, con dolor, tristeza, con ganas de desear ver la realidad, pero sobre todo con honestidad y esperanza.
Desde que nacemos “aprendemos” a comer, a hablar, a caminar, a leer, a escribir, a comportarnos en la escuela, incorporamos leyes de la sociedad que nos cobija, pero también aprendemos una cantidad enorme de cuestiones, que se nos hacen carne, de nuestro mundo familiar. Es en casa, con nuestros padres, abuelos, tíos, vecinos, primos, etc, que aprendemos a incorporar y reaccionar frente a los estímulos.
Por supuesto que la educación es necesaria. Nadie puede llegar a adulto sin una (o varias) manos que nos guíen. El hombre (hablo en sentido genérico) necesita ayuda, ve lo que lo rodea e imita. Imita y es premiado, con una sonrisa primero y con otros regalos después.
El tema es que pasa con esos aprendizajes a lo largo del tiempo.
Ninguna educación es totalmente necesaria e irreemplazable. Sobre todo, cuando en un determinado momento nos preguntamos ¿por qué hago esto? ¿Por qué me pasa esto otro una y otra vez?
Entonces en ese momento comenzamos a observar qué leyes de causa y efecto se imponían en mi “tribu”. (léase familia).
Descubrimos, no sin gran sorpresa, que todo lo que hacemos lo hemos aprendido en nuestros años de convivencia y adaptación a ese mundo que era único para nosotros. Por consiguiente, creíamos que todo se manejaba conforme a esas mismas leyes, premisas, premios y castigos.
Pero llega un día, por ejemplo, en que nuestra primer pareja nos plantea algo absolutamente natural para su forma de ver el mundo y a nosotros se nos para el corazón o nos irrita de tal modo que no lo podemos creer.
¿Qué pasó? Él /Ella nació a 10 cuadras de mi casa, tenemos casi la misma edad, fuimos a la misma plaza de chiquitos, en fin, la lista de cuestiones en común es larguísima, y sin embargo no es suficiente para comprender mi respuesta a su planteo. Es más, mi quinta relación terminó y no sé por qué, si yo dí todo…
Pero en definitiva, me voy dando cuenta, después de pensar y trabajar en mí mismo, que
Ella/Él es de una “tribu” y yo de otra. Su familia tenía leyes y costumbres diferentes a la mía.
¿Esto está bien? ¿Esto está mal? ¿Quién lo determina?
Todo ese proceso de aprendizaje, que bien importante fue, porque nos dio herramientas para comenzar a movernos en el mundo, ahora hay que revisarlo y con honestidad brutal, dejar lo que nos sirve y desechar lo que ya no nos es útil.
No estaremos traicionando a nadie. Simplemente estaremos siendo fieles a nosotros mismos. Debemos tener en claro que no se pierde lo esencial, ni dejamos de “ser”, sino que lo estamos haciendo es crecer. Pujar por una identidad propia. Tratamos de encontrarnos frente al espejo con alguien que nos hagan sentir bien.
Entonces cuando me veo frente a un planteo que me descoloca, en lugar de usar esas herramientas que traigo de chiquito y me han dado buen resultado en mi micro mundo, debo tratar, al menos eso, de superar el rechazo porque no concuerda con lo que aprendí, debo tratar de pensar si eso que tengo frente a mí no será algo que otro también aprendió sin darse cuenta o si eso me puede enriquecer o no.
Una vez que pueda ver esa situación desde otros puntos de vista, un poco desde afuera, me daré cuenta que estoy frente a muchas otras maneras de responder, con mucha mas tranquilidad, con mucha paz.
Entonces, con el tiempo, podré ver cuánto he crecido interiormente. Como he trabajado en mí mismo. Como me siento mejor.
Aceptemos que somos imitadores de nuestros educadores. Entonces podremos comprender que ellos también fueron imitadores de los suyos. No es necesario echar responsabilidades y culpas. Nos han dado lo más preciado, su capital humano, su amor, si tiempo y atención.
Nosotros lo hacemos con nuestros hijos y ellos lo harán con los suyos.
Simplemente se trata de abrirnos a otros mundos. Comprender lo que nos rodea sin juzgar, sancionar, menospreciar.
Tratemos cada día de Crecer, Amar, Entender.
Seamos cada día un poco más amigo de uno mismo.
Hasta la próxima.